Muchas veces nos excusamos de nuestros errores con la
siguiente frase:
“Hombre soy, y nada de lo humano, me es ajeno”.
Cuando contemplamos situaciones de injusticia,
atropello, marginación, decimos que son situaciones humanas que nos superan y
que las soluciones, están fuera del alcance de nuestras manos.
Fácilmente relacionamos lo humano con nuestras impotencias,
debilidades y vicios.
Pero humana es la inteligencia que nos hace buscadores de la
verdad y sedientos de la justicia.
Humana es la voluntad que nos empuja a luchar por un mundo
mejor que nos solidariza y que nos ayuda a sobreponernos a las desgracias.
Humana es la esperanza que nos hace esperar lo mejor de
nosotros mismos, que nos hace ansiar el Reino prometido por Jesús, y que se
manifiesta en nuestro día a día.
Por eso la verdadera gloria de los hombres y las mujeres es
llegar a ser realmente humanos, trascender los instintos y las limitaciones
propias de nuestra condición y abrazar la gracia que Dios nos ofrece con su Palabra, con su Amor con su Evangelio.
Solo así podemos decir con propiedad:
“Hombre soy, y nada
de lo humano me es ajeno”
Fuente: Ediciones Mensajero.
"Es una locura amar, a menos que se ame con locura".
Proverbio latino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario